EUPHONIKA
Llorenç Mendoza
Obras banda
Ficha de datos
- Autor
- Llorenç Mendoza
- Dificultad
- 4
- Duración
- 10' 30''
- Formato
- A3 SCORE + A4 PARTES
- Páginas
- 52
- Año de composición
- 2024
- Año de edición
- 2024
Flautín
Flauta 1, 2
Oboe 1
Oboe 2 / Corno Inglés
Fagot
Requinto Mib
Clarinete en Sib 1, 2, 3
Clarinete Bajo
Saxofón Alto Mib 1, 2
Saxofón Tenor Sib
Saxofón Barítono Mib
•
Trompa en Fa 1, 2, 3, 4
Trompeta en Sib 1, 2, 3
Trombón Tenor 1, 2, 3
Bombardino en Do
Tuba en Do
•
Timbales
Caja
Toms (4)
(Cortina, Tam tam)
Percusión 1
(Bombo, Plato Suspendido, Platos de choque, Güiro metálico, Yunque (o tambor de freno), Triángulo, Maracas)
Percusión 2
(Campanas Tubulares, Lira, Temple Blocks, Bongós, Tam tam)
Percusión 3
(Vibráfono, Caja, Xilófono, Tam tam)
EUPHONIKA
Obertura para un aniversario, Op. 13, de Llorenç Mendoza Ruiz.
A mi gran amigo Richard Scott Cohen, vicepresidente del IGEB, con gran cariño y estima, por tu incondicional generosidad, honestidad y bondad y por tantos años de sincera amistad.
Euphonika, Obertura para un aniversario, Op. 13, es un encargo de la Sociedad Internacional para la Investigación y Promoción de la Música de Viento (IGEB), con motivo de su Cincuentenario en 2024.
El objetivo de esta asociación es investigar, indagar y explorar todos los aspectos y temas relacionados con la música de viento por medio de congresos internacionales en los que musicólogos, compositores, directores, intérpretes diversos y aficionados en general pueden intercambiar ideas y conocimientos, favoreciendo así y mediante la publicación de su revista, Alta Musica, la difusión de dicha investigación y promoción.
Fecha de estreno: 13 de julio de 2024, en el XXVII Congreso Internacional del IGEB, en Paiporta (Valencia-España), interpretada por la Banda Sinfónica de la Banda Primitiva de Paiporta, en su sede del Auditorio Florida y dirigida por el propio compositor.
Notas del compositor
Euphonika supone para mí una síntesis de emociones de lo que he podido vivir a nivel musical y paralelamente durante estos 50 años de existencia de la mencionada asociación. Principalmente, intento reflejarlo utilizando, a lo largo de toda la obra, a modo de “flashes” o “guiños” a diferentes compositores, estilos u obras representativas del panorama compositivo bandístico, tanto del mencionado periodo como de algunos anteriores: Ottorino Respighi, Maurice Ravel, Igor Stravinsky, Jules Strens, Johan de Meij, James Barnes, John Barnes Chance, John Williams o Philip Sparke, entre otros.
La pieza está dividida, a nivel macroestructural, en tres secciones bien diferenciadas que adoptan la clásica ordenación en la que a dos tiempos rápidos se les incrusta en la parte central uno lento que la equilibra y contrasta.
La obertura comienza con una majestuosa y radiante introducción de 5 compases que nos traslada al año 1966, en la localidad de Sindelfingen, cerca de la ciudad alemana de Stuttgart. El redoble introductorio de la percusión en crescendo del primer compás viene a simbolizar el germen de la idea asociativa que surgió de la reunión de un grupúsculo de investigadores, intérpretes y aficionados de la música de viento que pretendían fundar un “Comité para la Investigación en Música de Viento”, de donde nacería, ocho años después, la actual IGEB.
La primera sección viene a significar los primeros pasos de la agrupación y su consiguiente consolidación. Todo parte del primer congreso celebrado en 1974, en la Universidad para la Música de la ciudad austríaca de Graz. Esas primeras ilusiones se ven representadas en un tema principal con un carácter ciertamente vigoroso y decidido, encabezado por las trompas. Para ello rememoré esas primeras impresiones que tanto impregnaron mi adolescencia musical, entre la década de los 70 y 80. Recuerdos acústicos de música clásica, en general, y de banda, en particular, con los que he intentado reflejar sonoridades de varios continentes para remarcar desde el principio el carácter internacional de la asociación. En Europa, por ese entonces, los hermanos Bob y Jan Molenaar se reinventan y, casi paralelamente, irrumpe con fuerza la Editorial De Haske, de la mano del compositor y director holandés Jan de Haan. Así empiezan a llegar a España, inundada en ese momento de transcripciones orquestales, obras originales para banda, con estilo propio, de jóvenes compositores centroeuropeos repletas de frescura, modernidad y atrevimiento: Johann de Meij, Jan Van Der Roost, Kees Vlak, Jacob de Haan, Dirk Brossé, entre otros muchos más. Casi al mismo tiempo, en Norteamérica, uno de los compositores que más he admirado, el prolífico James Barnes, estrena en 1984 su Op.49, la obertura Eaglecrest. Todo esto contribuye a dar forma a esta sección incial que, a modo de cierre la concluyo evocando esos sonidos del impresionismo italiano que tanto disfruté de joven escuchando a unos de mis favoritos, Ottorino Respighi.
La segunda sección supone un paréntesis en la andadura del IGEB durante su medio siglo de existencia. Un periodo de reflexión, de incertidumbre, de replanteamiento de ideas ante la convulsión tecnológica que está suponiendo este inicio del S. XXI. La primera idea melódica se inicia en la trompeta a solo quien expone la cabeza temática del tema principal inicial pero ahora modificada, elaborada y desarrollada. Como curiosidad técnico-analítica, se me ocurrió la utilización -como base armónica sobre la que se sustentará la segunda idea melódica de esta calmada sección- de la alternancia del acorde perfecto menor y el de quinta disminuida, que parten de la asociación de las notas E•G•B y E•G•Bb, asignando al Bb (en nomenclatura latina SI bemol) la letra “I” para completar así las 4 letras que forman el acrónimo de la asociación (IGEB). Así mismo, me servirá como base para la elaboración melódica de la segunda idea que emerge de la armonía alternada del mencionado acrónimo. Primeramente, se muestra a solo en el corno inglés y en segunda instancia aparece doblada en clarinete y clarinete bajo, separados por una distancia casi siempre de 12a, sobre los cuales el piccolo fantasea a modo de fermata guiada, insistiendo y remarcando, una vez más, la alternancia armónica ya citada. A continuación, el solo de bombardino presenta la tercera idea, que se inicia con una ligera reminiscencia de los primeros sonidos de la Danza Final de “El Pájaro de Fuego” de Igor Stravisnky, otro de los grandes que ha marcado notablemente mi visión de la música. Este fragmento, que muestra una clara textura de melodía acompañada, nos encaminará al punto culminante de esta sección, en donde majestuosamente brillará el esplendoroso y sonoro tutti orquestal que rememora, con carácter reexpositivo, la primera idea de esta sección central. El protagonismo de los metales y la percusión, sobre todo los timbales, pudiera evocarnos en este momento sonoridades paralelas a alguna banda sonora del propio John Williams, trasladándonos así a cualquier grandilocuente escenario de alguna de sus creaciones.
Después de este punto culminante y de forma totalmente repentina e inesperada, un brusco corte nos introducirá en la tercera y última sección (compás 97). En este momento, irrumpirán los primeros sonidos de dos cajas ubicadas lo más externamente posible y enfrentadas a cada extremo del escenario para conseguir un efecto de estéreo lo más contrastado posible. Estos alarmantes sonidos serán los encargados de avisarnos de lo que está por llegar: la pandemia mundial del COVID de 2020.
De hecho, el Congreso en el que se estrena esta obertura estaba programado inicialmente para realizarse en julio de 2020, pero por razones obvias -restricciones en cuanto al contacto social, principalmente- la organización se vio obligada a posponerlo para la edición de julio de 2024. Por ello he aprovechado dicho contratiempo para plasmar en sonidos todo este periodo tan convulso y tormentoso que nos ha tocado vivir. Siendo sincero, tengo que reconocer que me ha servido musicalmente para establecer un enorme contraste entre las distintas secciones y así aprovechar para, por momentos, extraer del grupo sinfónico las sonoridades más ásperas, bruscas, desgarradoras, punzantes, penetrantes, intensas, tormentosas o feroces. He querido reflejar, en esta sección, algunos de los elementos más importantes que formaron parte de esta adversidad tan inesperada y que tanto conmocionó al planeta.
Esas primeras notas de las cajas, que esconden una lejana semejanza al inicio de la sección final de la Danse Funambulesque del compositor belga Jules Strens, representan el primer signo de alarma, el primer toque de atención, al que la humanidad no supo dar la importancia que “a posteriori” tendría. Esta breve introducción, con las sucesivas entradas de otros instrumentos de percusión, simula el aumento de la desalentadora información que diariamente nos iba llegando, así como la consiguiente tensión e incertidumbre que nos iba generando. En el cc.127, aparece por primera vez ese sentimiento de alerta, personalizado en las llamadas de las trompetas, que empieza a convivir junto al propio coronavirus (SARS-CoV-2), al que da vida la escala octatónica ascendente que realizan los clarinetes.
Emanan en estas entradas, a modo de diálogo, ciertas reminiscencias de la Danse Générale de la Segunda Suite del ballet de Ravel, “Daphnis et Choé”. Este fragmento va creciendo a nivel instrumental y con la aparición de las afiladas y penetrantes disonancias que propone cada diferente entrada tímbrica, intento recrear el estallido de ese caos absoluto que supuso la saturación de las UCI’s en los hospitales, el racionamiento de alimentos, la carencia de mascarillas y medicamentos en las farmacias, la falta de información, así como y más importante los registros de fallecimientos diarios que cada día crecían casi exponencialmente en todo el mundo. Todo ello ve su punto culminante y de inflexión en el devastador golpe en “fortissimo” de la percusión en el compás 147.
Es después de este golpe tan certero en donde aparece el primer signo de esperanza: la vacuna tan ansiada por la mayoría de la sociedad (cc.151). Serán las flautas y los saxos los portadores de la mencionada “pócima” con un escueto diseño melódico de siete notas obtenido de un extracto de una escala también otcatónica, pero con la incursión de un giro cromático entre su segundo y tercer sonido. Las llamadas de los metales, con efecto pedal, del cc.155 pretenden mantener el estado de alerta, en convivencia con los diseños melódicos de la vacuna. Inevitablemente, dentro de este contexto tan agitado y confuso no podría faltar la figura de los “negacionistas”, que con sus intervenciones por medio de maderas agudas y trombones en los ccs.158 y 164 y a través de sus risas y carcajadas, simbolizan su desconfianza e incredulidad ante las argumentaciones y la forma en la que los gobiernos lo estaban gestionando. Todo ello conseguido musicalmente a base de dar saltos melódicos en distintas direcciones y resaltado, a su vez, por el efecto tan sarcástico que nos ofrece el glissando.
Seguidamente se acomete, de manera súbita y anunciado por los dobles golpes del timbal, el Tragico agonizzante e sempre doloroso (cc.166), en el que melódicamente se desarrolla de nuevo la escala octatónica en grupos de cuatro sonidos. Rítmicamente, las redondas producidas en parte fuerte muestran de forma simbólica los desgarradores, incesantes y contundentes mazazos que nos asesta constantemente esta plaga. Una epidemia que no respeta ni edades, ni culturas, ni razas. Por otro lado, y a modo de contraste, vuelven a aparecer estas redondas, ocho compases después, pero desplazadas a las partes débiles, a modo de síncopas que trazan los desdibujados gemidos, quejidos o lamentos de la humanidad. Este material nace de las famosas cuatro notas en las que se basa el extraordinario compositor norteamericano John Barnes Chances para crear su Sinfonía nº2. Aunque en este caso, al modelo original, le aplico una ligera variación: respeto y conservo el primer sonido, pero los tres restantes los transformo por retrogradación.
Original: C# • D • F • E Transformación: C# • E • F • D
Esta sección, que es la más dolorosa y dramática de toda la obra, propone su culminación con un crescendo, tanto dinámico como instrumental, casi interminable, en el que colaboran marcadamente las distintas entradas de los instrumentos de percusión -especialmente el sonido de la perturbadora sirena de los últimos compases como símbolo máximo de la alarma social- generando paulatinamente un ambiente desolador que culmina con los dos últimos estremecedores y desgarradores gritos (acordes ccs.196 y 198), como muestra extrema del agotamiento y la impotencia colectiva de la humanidad.
Coincidiendo con que el Congreso y el estreno de la Obertura se celebra en mi pueblo natal, Paiporta (Valencia), he querido trasladar la escena reexpositiva del tema principal precisamente a tierras valencianas, ambientando esta idea inicial en un entorno estilístico de “marcha mora”. Representativa de nuestro folfklore e historia viva de nuestro pueblo es una forma y estilo que tienen un gran arraigo en nuestra Comunidad. Y como suele ser usual en este tipo de composiciones, el mayor protagonismo de la misma recae en los metales, asentados sobre un majestuoso ritmo de percusión, y que con sus llamadas y toques de fanfarria crean un colorido y brillantez propios de toda la pomposidad y “boato” que requiere esta tan enraizada fiesta popular.
A renglón seguido y como elemento de enlace, una solitaria y amplia sonoridad de tam-tam será la encargada de realizar la transición entre esta marcha mora y el posterior Vivace e molto riosoluto, con el que se inicia la brillante y frenética coda final. En este último bloque estructural rescato, como suele ser bastante habitual, los diversos materiales melódicos, armónicos, rítmicos y tímbricos ya utilizados a lo largo de toda la pieza, para que convivan y coparticipen de la elaboración de esta sección conclusiva. Del mismo modo, la música modal parece fusionarse con la tonal, eso sí, asomando entremedias muy descaradamente los sonidos y armonías disonantes que tanto han contrastado en anteriores fragmentos.
Finalmente, mi intención ha sido la de dotar a esta coda, de carácter tan marcadamente festivo y resolutivo, de un doble sentido. Por una parte, la culminación de la celebración de una efeméride de tanta importancia como lo es el Cincuentario del IGEB y, por otra, la intención de irradiar un sentimiento generalizado de esperanza y de optimismo de cara al futuro próximo y las generaciones venideras.
“Sólo en la oscuridad puedes ver las estrellas” (Dr. Martin Luther King, Jr.)
Llorenç Mendoza Ruiz
Verano 2024